Elqui Opinión

La propuesta de Nueva Constitución; no es consenso, es una propuesta de cambio

Por: Cristian Sáez Cáriz, Sociólogo de la U. de Chile; Magister en Gerencia y Políticas Públicas UAI

La legitimidad de esta propuesta de nueva constitución, es superior moral y éticamente a la existente elaborada en Dictadura. Siendo mi postura, el apruebo.

Sin embargo, no podemos evitar debatir aprehensiones al texto, por su extensión, conceptos reiterativos, imprecisión de sus alcances y bajo análisis del impacto económico de algunos de sus artículos.

Me han sorprendido los conceptos «Casa de Todos» o la «Constitución que nos debe unir» provenientes de actores políticos de derecha y algunos, ex Concertación. Un humanismo profundo. Un humanismo poco creíble, porque lo que desean en el fondo es responder a intereses conocidos de grupos económicos o mantener una supuesta «estabilidad» de la sociedad. Esta moral no es compartida y es la misma que ha generado conflicto en Chile y el mundo.

Recordemos, que la crítica a esta «estabilidad» y a la «moralidad compartida» provocó el estallido social y el poder electoral votado en la convención constitucional. Este hecho histórico, despojó electoralmente del poder a las elites y grupos económicos que actuaron a través de partidos políticos de distintas posiciones. Por lo tanto, la derrota cultural y pérdida de influencia de estas elites, han hecho que reaccionen, creando un ambiente de eventual inevitabilidad de una crisis institucional, económica, social y cultural.

Por cierto, la soberbia de algunos convencionales, en los debates previos a la redacción del texto propuesto, desgastaron la legitimidad que se había otorgado a la convención constitucional. Y muchos que votaron apruebo, que no son de derecha, perdieron la confianza.  

Estamos en crisis económica. Se encarece el costo de la vida para los sectores económicos de menores ingresos y se intentará señalar esta realidad, como la consecuencia de aprobar el nuevo texto constitucional. A pesar, que la recesión, es de carácter mundial.

El llamado que debemos hacer es a tolerar las diferencias. Y si deseamos crear una moral pública compartida en torno al nuevo texto constitucional, todos los sectores deben promover el diálogo y la argumentación como base de la convivencia para producir cambios.  Porque la ética discursiva, no debe ser la mentira instalada por sectores del rechazo y tampoco el ataque ideológico autoritario de sectores del apruebo.

Tenemos enormes posibilidades de cambiar la Constitución, sin eufemismos. Corregir y mejorar con voluntad política es posible. Se requiere realismo político. No se debe desconocer que el germen del conflicto son los abusos y la concentración económica, política y comunicacional de sectores conservadores de la sociedad. Estos últimos, no deberían ser los protagonistas.

Una nueva constitución, insisto, requiere de una moral pública colectiva que encarne la verdadera «casa de todos». Espero que gane el apruebo y de lo contrario, seguir haciendo esfuerzos necesarios para cambiar la constitución, sumando a quienes circunstancialmente quieren hacer cambios que negaron por 3 décadas. Esto implicará ceder, acercar, dialogar, argumentar, convencer y consensuar cambios sin estridencia.

Quiero advertir, que ciertos programas TV no construyen este espíritu de diálogo y argumentación. Transformándose en un ejemplo de una competencia pobre, orientada a la seducción emocional de los televidentes para crear un espacio público de ganadores y perdedores. Y el ciudadano, es considerado como consumidor de contenidos es tratado como ignorante. Por este motivo, invito a leer el texto constitucional y formarse una opinión propia.

Nuestra autonomía, nuestra libertad y nuestra democracia está en juego. Nunca olvidando que la nueva constitución, es una propuesta de cambio y no de falso consenso.

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