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La efectividad de los remedios caseros y la tradición de nuestras abuelas

La sopa de pollo para el resfrío, la pimienta contra los dolores intensos y el azúcar para el hipo funcionan. Si frunció el ceño cuando se los dio su abuela, debió darle las gracias. Tienen una explicación científica que los avala.

A todos nos pasó en la niñez: ser el paciente de la abuela que parecía inventar cualquier cosa para aliviar un malestar. El papel caliente en el pecho, el cucurucho en la oreja para destapar los oídos, las gárgaras con limón y sal, el anillo de oro para los orzuelos y la cuchara fría para el chichón… Alguna de esas “recetas de la abuela” nos tocó. Pero ojo: no les eche tierra encima. La ciencia ha validado algunas de ellas.

La sopa de pollo

Tomar sopa de pollo cuando se está enfermo no es una recomendación antojadiza. Un estudio de la Universidad de Nebraska demostró que esta tradicional “sopa de enfermos” ayuda a reducir los síntomas del resfrío. La investigación, dirigida por el especialista Steve Rennard, explica que cuando inhalamos el vapor tibio de la sopa se aflojan las secreciones nasales, lo cual ayuda a drenar las fosas. Además, el calor del caldo puede aliviar el ardor de la garganta y tener un leve efecto antiinflamatorio. Claro, cualquier sopa podría servir, aunque el experimento se hizo con la de pollo.

Miel para la tos

La organización estadounidense Consumer Report puso a prueba los efectos de la miel en la tos de las personas. Un estudio publicado en 2007 observó a más de 100 niños de entre dos y 18 años que padecían infecciones respiratorias y que habían consumido miel sin receta médica. Los resultados demostraron que los niños tratados con este remedio casero fueron los que mejor respondieron a la enfermedad. El estudio, finalmente, descubrió que la miel puede aliviar membranas irritadas en la parte posterior de la garganta y que, además, tiene efectos antioxidantes y antivirales.

Zanahoria para la vista

La zanahoria para proteger la vista no es un mito y los científicos lo explican de la siguiente forma: uno de los componentes principales de esta verdura es el betacaroteno, pigmento de color naranjo que es uno de los precursores de la vitamina A en el organismo. Esta vitamina es un factor importante para la vista, ya que es absorbida por las células fotorreceptoras que se encuentran en la retina de los ojos, ayudando a que la información lumínica se transforme en un impulso eléctrico -que es lo que hace posible que veamos-. La falta de este impulso afecta a la distinción de colores. El Instituto Nacional de la Visión en Estados Unidos descubrió que las personas que consumen vitamina A diariamente disminuyen en 25% las posibilidades de sufrir alguna enfermedad a la vista.

Azúcar contra el hipo

En la revista norteamericana de salud Woman’s Day se citó un estudio realizado en los 70 por el doctor norteamericano Edgar Engelman, quien trató de descubrir si el azúcar podía lidiar contra el hipo. En su experimento analizó a 20 pacientes que habían sufrido de hipo intratable durante más de seis horas. Del total, ocho habían estado con hipo un día completo. A cada uno le dio una cucharada de azúcar granulada. En la mayoría de los pacientes, hubo efectos positivos. Y la explicación la tiene el gastroenterólogo de Maryland, André Dubois, quien explicó en su libro The Doctors Book of Home Remedies que el azúcar probablemente modifica los impulsos nerviosos, evitando que los músculos en el diafragma se contraigan espasmódicamente.

Pimienta para el dolor

Nuestro cerebro libera endorfinas cuando algo nos duele, neurotransmisores que se encargan de regular el dolor interno, limitando la transmisión del impulso nervioso para reducir la percepción del dolor. La pimienta aquí juega un rol importante como calmante natural: engaña al cerebro cuando el organismo se ve sometido a situaciones de mucho dolor. El intenso ardor que produce la pimienta en la lengua provoca que el cerebro secrete endorfinas y que el dolor que tengamos en ese momento se alivie de manera considerable. Y la ciencia lo demostró. Un estudio reveló detalles sorprendentes sobre la eficacia de la pimienta para el dolor de las rodillas. Los participantes que utilizaron pimienta presentaron una notable mejoría en el dolor de sus articulaciones.

Limón contra la acidez

Aunque parezca extraño consumir algo ácido para combatir la acidez, funciona. Los expertos explican que el ácido cítrico, una vez ingerido, introducido en las rutas metabólicas y procesado, produce, entre otras cosas, CO2. El dióxido de carbono en presencia de agua se convierte instantáneamente en carbonato y bicarbonato, compuesto que, según la Universidad de Maryland, neutraliza el ácido del estómago y combate el ardor estomacal. Hay otro remedio casero que puede servir para este malestar y es aún más simple. Coma chicle: expertos de la Universidad de Texas afirman que el chicle es una de las soluciones más rápidas de los remedios caseros para la acidez estomacal. Masticar chicle por 30 minutos produce suficiente saliva para eliminar el ácido de la garganta y del esófago.

Jengibre para las náuseas

El jengibre en sus diferentes formatos ha sido popularmente conocido como aliviador de náuseas. Sus ingredientes activos, llamados shoagoles y gingerol, logran bloquear los receptores de serotonina en el estómago, ligados a las náuseas (esto porque la hormona actúa en el sistema gástrico gatillando la expansión y contracción del estómago, además de los movimientos intestinales). Según un estudio de la U. de Maryland (EE.UU.) que incluyó a 30 mujeres embarazadas con vómitos severos, las que tomaron té de jengibre por cuatro días reportaron mayor alivio que las que usaron fármacos. Y también redujo las náuseas en movimiento: expertos daneses del Hospital Svendborg estudiaron a 80 marineros y descubrieron que a la mitad que se le dio jengibre en polvo sufrió menos náuseas que el resto.

Fuente: Tendencias; La Tercera, Autor: Fernanda Derosas

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