Investigan cómo el cambio climático reduce la diversidad microbiana en la cuenca del río Elqui

Los análisis sugieren que una mayor variabilidad climática está reduciendo la diversidad de bacterias presentes en el río Elqui. ¿Las consecuencias? Afecta sobre todo a bacterias llamadas “especies raras”, microorganismos de baja abundancia pero que cumplen funciones muy específicas dentro del ecosistema.
Hay dos razones principales por las que el estudiante de doctorado en Ciencias Biológicas, mención Ecología de Zonas Áridas de la Universidad de La Serena y del CEAZA, Adalid Alfaro, estudia la zona del río Elqui.
“Tiene un gradiente altitudinal muy abrupto: parte desde el nivel del mar en La Serena y llega a más de 3.000 metros de altura en la cordillera. Ese gradiente genera gran diversidad de ecosistemas, lo que la convierte en un sistema de estudio muy interesante”, explicó.
Segundo, “porque es un cuerpo de agua en un ecosistema semiárido, que es altamente vulnerable a los efectos del cambio climático. Por eso es tan importante investigarla”.
En este sentido, está observando cómo el cambio climático está alterando el mundo invisible que sostiene la vida del cauce: las comunidades microbianas.
Aunque imperceptibles a simple vista, estas bacterias cumplen funciones esenciales en los ecosistemas acuáticos, como el ciclo de nutrientes y la degradación de contaminantes. “La respuesta de un ecosistema está muy ligada a lo que hacen las bacterias”, señala Alfaro.
Además, la vulnerabilidad de la cuenca se agrava con las perturbaciones humanas, como la agricultura, la ganadería y, especialmente, la actividad minera. “Los ecosistemas áridos ya están sometidos a presiones extremas. El cambio climático empeora estas condiciones y aumenta su fragilidad”, añade.
La investigación se desarrolla en el marco del proyecto CLAP (Programa de Investigación para la Planificación de la Acción Climática), apuntó que una mayor variabilidad climática —con fluctuaciones de temperatura y caudal, propias del cambio climático— reduce la diversidad de bacterias presentes en el río Elqui.
Cabe destacar que afecta particularmente a las llamadas especies raras, bacterias que cumplen funciones específicas dentro de los ecosistemas.
“Lo que indican nuestros resultados es que el cambio climático reduce su riqueza y diversidad, y esta reducción está impulsada por un aumento en la fuerza de la selección variable”, indicó Alfaro.
Bacterias como centinelas ambientales
“Hemos tomado muestras en cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. La idea fue comparar los factores ambientales y la diversidad microbiana en cada una. Hasta ahora el periodo de estudio es corto, principalmente por razones logísticas y de presupuesto. Sin embargo, ya tenemos muestras 2024-2025 y queremos expandir el análisis en varios años para verificar los hallazgos”, detalla Alfaro.
El trabajo no solo busca describir el presente, sino también abrir una ventana al futuro. Los investigadores planean realizar análisis metagenómicos para identificar genes funcionales en las bacterias y encontrar biomarcadores: especies que sirvan como indicadores de contaminación o de cambios ambientales específicos.
“Queremos que estas bacterias funcionen como centinelas, para monitorear la calidad del ecosistema y detectar alertas tempranas”, señala Alfaro.
Aunque el estado general del agua en la cuenca del Elqui aún se considera aceptable, el estudio apunta a generar información clave para autoridades y tomadores de decisiones.
“El monitoreo con biomarcadores puede ayudar a diseñar medidas de mitigación y conservación, anticipando problemas antes de que sean irreversibles”, subraya el investigador.
El río Elqui, con su gradiente altitudinal que va desde el mar hasta más de 3.000 metros en la cordillera, se perfila así como un laboratorio natural único para entender cómo el cambio climático afecta a los ecosistemas semiáridos, y cómo incluso las formas de vida más diminutas son esenciales para su futuro.