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Verónica Cáceres: “Creo que como mujeres deberíamos florecer en lo que nos gusta”

Verónica Cáceres Vargas tiene 34 años, desde los 27 cuando decidió sacar adelante a su hijo Benjamín hoy de 15 años, volvió al seno familiar a poner en práctica todos los conocimientos adquiridos en vulcanización.

Hoy  en pleno siglo XXI,  las mujeres chilenas han conquistado espacios, qué duda cabe de ello, pero en los finales del siglo pasado, en las décadas de los 80 o 90, aún existía el prejuicio de que habían trabajos solo de hombres y solo de mujeres. Sergio Cáceres fue desprejuiciado desde siempre, y preparó a cada una de sus hijas e hijo en el oficio mecánico de “panero”, primero a los tres mayores, las mellizas Carola y Jessica; el único hombre Alex, y sus otras tres hijas Claudia, Verónica y Paola. Tres de ellos siguieron el camino de su padre, Carola, Alex y Verónica, y trabajan codo a codo con él en el taller mecánico ubicado en Avenida Las Delicias en Vicuña, un lugar muy visitado por colectiveros, taxistas, camioneros, ciclistas y automovilistas en general, que asisten confiados a un taller que ya tiene su prestigio y clientela ganada.

Y ¿quién no quiere encontrar en la vida una profesión u oficio que le apasione?. Verónica Cáceres Vargas tiene 34 años, desde los 27 cuando decidió sacar adelante a su hijo Benjamín hoy de 15 años, volvió al seno familiar a poner en práctica todos los conocimientos adquiridos en vulcanización, y ya son 7 años en este trabajo que realiza con mucha dedicación:  “desde chicos mi papá nos enseñó, por si nos iba mal en el trabajo o estudiábamos algo que no nos gustara, él nos enseñó esta profesión, entonces yo la seguí, todos aprendimos, es familiar, ahora mis sobrinos también saben, es una tradición” dice con orgullo. Y la preparación empezó desde muy pequeña, lógicamente no podía hacer lo que hace hoy, pero comenzó con pequeñas labores. “Cuando era niña me ponía a parchar cámaras porque en ese tiempo había, o echar aire a las ruedas chiquitas”.

La Vero como la conocen en este rubro  y los vecinos de la cuadra, cuenta que su trabajo consiste en parchar ruedas de todo tipo, y el padre que es más experimentado suelda al oxigeno y al arco. “Si hay que sacar una rueda de un camión de un tractor, de un auto, de bicicleta o de carretilla voy y la saco, y después las revisamos, las parchamos, las volvemos a dejar como venían, con aire y listo”. Un trabajo riesgoso que hay que hacer con mucho cuidado,  “hay que tener mucha precaución porque hay ruedas que han andado mucho rato pinchadas, y tú les echas aire y se revientan, en el tiempo una se va dando cuenta cuando vienen buenas y cuando vienen malas”, la practica hace al maestro o maestra, claro está.

De risa rápida, cada vez que la Vero habla de su familia, su rostro se ilumina, y más aún cuando describe lo que hace para ganarse la vida, pues es una herencia que se ha transmitido de generación en generación, su abuelito también participó de este emprendimiento familiar. Pero no todo es trabajo, también lo es compartir en familia, cada domingo salen de paseo Sergio y Leontina los padres, los 6 hijos del matrimonio y sus 12 nietos, quienes también se han ido interesando por aprender el oficio, unos más que otros, pero están ahí  presentes, el amor familiar es muy fuerte y los mantiene unidos y las tres hijas menores, Claudia, Paola y Verónica se reúnen cada sábado por la noche.

En una ocasión pasaron por un muy mal momento, pues el padre se enfermó y estuvo 15 días en el hospital y dos meses en reposo absoluto. “Cuando se enfermó mi papá yo como que me cerré y no reaccioné al momento, pero por ejemplo nos pusimos de acuerdo que todos teníamos que remar para el mismo lado, se nos vinieron los inspectores de sanidad, entonces dijimos si hay que botar cosas, lo vamos a hacer, o si hay que arreglar lo vamos a hacer, entonces nosotros nos unimos como hermanos y tomamos la decisión”. Al poco tiempo el papá volvió a sus labores y hoy trabajan más unidos que nunca.  Es más, Vero dice que el único hermano de los 6 hijos, el “Ale” es uno de los más consentidos, afable, noble y de risa espontánea, “El Ale se debe sentir muy querido, porque nosotras lo sobreprotegemos demasiado, creo que si al  Ale le pasa algo a nosotras se nos va a caer el mundo” dice su hermana con un cariño que logra traspasar en esta entrevista.

Barrer con los prejuicios

Ser vulcanizadora o “panera”  es algo que junto a su hermana cumple sin prejuicios, es categórica al decir “creo que como mujeres deberíamos florecer en lo que nos gusta, si te gusta por ejemplo desarmar un auto, tienes que hacer lo que a ti te gusta”, y ella se considera feliz por hacer lo que más le gusta y poder conversar con las personas, “hablar con la gente, tener ese roce con la gente me encanta, porque todos los días conoces personas diferentes, no todos los días se ve a la misma persona, con los mismos problemas” agrega, además  “tengo el pensamiento de que todo lo que pueda hacer un hombre, una mujer lo hace igual”.

“Me llena de emoción porque una piensa que a veces gente que ni la conoce la ve por la calle y le dice ‘mira la niña del taller’,  yo creo que eso es, que la valoren a una como persona por lo que hace”.

Siempre pensó que con este trabajo podía estar más cerca de su hijo, que a sus 15 años también está interesado en el rubro mecánico, “A mi hijo le gusta lo industrial, como tornero mecánico, ojala que haga lo que a él le guste”.

Y categórica remata: “No podría elegir otro trabajo, porque yo no puedo estar encerrada en una oficina o no tener alguien que me esté conversando”, dice con la  convicción de alguien que ama lo que hace, y eso lo transmite.

Este proyecto fue financiado por el Fondo de Fomento a los Medios de Comunicación Social 2018 del Ministerio Secretaría General de Gobierno. 

 

 

 

Cristian Pérez Trujillo

Periodista, Licenciado en Comunicación Social, de la Universidad de La Serena. Nacido en Vicuña y criado en el Valle de Elqui. Amante de la tierra elquina, de los deportes y la cultura.

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